4.12.05

EMISIONES DE RADIO LA MAR


Homúnculo del Museo de Ciencias Naturales de Londres, donde se han resaltado los miembros en función de la superficie que ocupan en la corteza cerebral humana. Así somos de verdad. Este es el Homo Sapiens Sapiens de hoy.

Papeles de Trapisonda.




NI MENTIR NI DEJAR QUE MIENTAN

Emisiones electorales de la famosa Radio La Mar. Vote después de haber reído.
Experimento sociológico sobre la negación de la realidad. Papeles de Trapisonda.
Por Borys Bärenhüter, Decano de Trapisonda.

Estas historias de Radio La Mar, puro diálogo e impuro despropósito, se basan en dos hechos fundamentales:

El Primero, que la Constitución nos reconoce el derecho a recibir información veraz y, por lo tanto, prohíbe que se nos mienta como método. Nada dice la engolada «Ley de Leyes» sobre intenciones que puedan ser excusa para la mentira; o sea que desear ganar unas Elecciones o vender un perfume, no justifican el intento de engañarnos. Pero nos engañan todos los días desde todos los medios, porque la modernidad es cosa de propaganda y es fundamental que el dominado siga satisfecho con su situación. Además, no hay juez Garzón que se atreva con los mentirosos: no es tan valiente. Libertad de Expresión, sí. Pero no libertad de mentira.
El Segundo, que no hay cosa más inútil que una que esté partida, y los Partidos son y aspiran a ser trozos de sociedad, fragmentos de convivencia. Es necesario vigilar y limitar el Poder, pero con leyes y no con grupos particulares, si puede expresarse así.
De ahí se crea, en esta ficción disparatada, el Partido Entero, que quizá busca la unidad de lo fundamental, pero no de lo accesorio. Por ejemplo, nadie se arremolina porque el euro sea la unidad en lo dinerario: el dinero, aunque necesario, es el accesorio de los acesorios.
Por eso -si sigue leyendo- verá que el ficticio Partido Entero, puesto en la necesidad de ofrecer un programa electoral, lo resuma en “No mentir ni permitir que otros mientan”.
Cortísimo y legal. A su fundador no le quedan dudas: «Si no hay mentira -razonaría de ser real y no invento- sólo habrá verdad. Si hay verdad, habrá justicia. Y, con justicia, tendremos libertad.»
Claro que esto es demasiado razonable y exacto para tener éxito. A la gente le suelen gustar las explicaciones más complicadas, cuando no enmarañadas. Los ambiciosos lo saben: cuanto más increíble es una mentira, más se la creen.
Hay otra solución: que un Cuerpo Incorruptible -o sea, muy bien pagado y colegiado- aplique a cada candidato, a cada diputado, senador, ministro, presidente de algo, y a cada militante de partidos, el suero de la verdad. ¿Vas a hablar a las masas, tío? Pues pon el brazo aquí. A continuación, un jeringazo de pentotal o escopolamina. O un cóctel de ambos.
Bien reiríamos al ver las cosas que se les escapaban por esas boquitas.


PARTA SU COCHE POR LA MITAD
(Nacimiento del Partido Entero.)



-Mire usted: parta su coche por la mitad y tendrá dos coches.

-Nos hallamos -dijo el locutor- entrevistando a Carlos Florit...

-O Florido

-A Carlos Florit, o Florido, fundador del Partido Entero. ¿No le parece que exagera en la contradicción entre partido y entero?

-Por eso le decía que partiera en dos su coche. O en tres.

-No funcionaría.

-¿Quiere decir que se le saldría el relleno?

-Con nosotros -el locutor volvió al guión-, don Carlos Florit, o Florido, dando muestras en directo de su humor. Fundador del Partido Entero (P.E.), debemos preguntarle: ¿Es un proyecto de partido único?

-Su coche sí es único: uno sólo. Pero si lo parte no tendrá dos coches. Ni siquiera uno.

-¿Rechaza, entonces, la acusación que le han hecho los candidatos de los otros partidos?

-¿Eso de que me escarbo la nariz en público o lo de tener almorranas?

-No, don Carlos. Además le han acusado de que su P.E. quiere ser único.

-¿Es que hay más P.E.? Copiones. Envidiosos. Pero lo que me interesa es su coche. ¿Qué? ¿Lo partimos?

-Ya le he dicho, don Carlos, que no funcionaría partido.

-¿Porque se le saldría el relleno?

El presentador disimuló un bufido como de gato. Le habían dicho “Está chupado”: no tenía más que dejarle con la cosa de la libertad. Suponían todos que no le gustaba y que metería la pata, o sea, el zapato del 45 que gastaba.

-Sí -confesó al fin-, se le saldría el relleno. Pero estamos aquí para que nos hable de su oferta electoral.

-Primero, el coche. Luego, locuta usted sobre lo que más gracia tenga. Un coche partido no funcionaría. Como aquel que dice, quedaría algo deprimido. A usted mismo, si le dividieran, le acecharía la depresión. Y funcionaría mal.

-Oh, Dios Mío.

-Eso va después. Lo que quiero es preguntarle si un coche, que siempre es algo tonto, no funciona partido, ¿qué le hace pensar que la Sociedad, o sea, la neurona de España, sí andará partida, como si nada? Y ahora llegamos a su “Dios Mío”: ¿Él le ha dicho estas cosas? ¿Es asunto de fe eso de la partición que no hace perder el relleno, o sea, como con los infusorios o las amebas?

-Con nosotros don Carlos Florit.

-O Florido

-Florit o Florido, fundador del Partido Entero: el sorprendente P.E.

-¿Sorprendente? Más lo sería que le cortaran la cabeza y siguiera perorando, porque usted “perora”, ¿verdad? También peroro yo y puedo asegurar que no daña la salud.

-Don Carlos; si recuerda, estamos aquí para que usted nos cuente su programa electoral

-¿Entero o partido?

El presentador, por motivos de su cargo, iba presentando los colores del amanecer y un zumbido en el páncreas:

-¿Es cierto que usted quiere volver a la obsoleta costumbre del partido único?

-No lo sé. ¿Qué quiere que le diga? A usted le sorprende que haya un Partido Entero, pero le parece normal que el Partido Comunista, por ejemplo, quiera agarrar lo de todos para ser justo, que equivaldría a ser injusto con todos.

-¿Será el P.E. un Partido Único?

-Único en su género, mon amí. ¿Sabe algo de inglés? ¿Sí? Pues “my friend”. Por cierto que tampoco le extraña que el P.P. agarre todo para dárselo a las Sociedades Anónimas. Cuanto más dinero ganen ellas, más libres seremos todos: esa es la teoría. ¿A que sí?

-Vemos, señoras y señores, que don Carlos Florit -miró la cara del neopolítico y se apresuró:-, o Florido, no quiere responder al peliagudo asunto del partido único.

-¿Hay partidos con pelo? ¿Algo así como el Fox Terrier de pelo duro? No olvide que en verano conviene esquilar a esa clase de animales.

-Ni tampoco desea exponer su programa electoral.

-¡Alto ahí! Nuestro programa electoral es ganar. ¿El de los otros no?

Suspiró el locutor: imaginaba que habían vuelto al camino «políticamente corregido»:

-Sí. Supongamos que su Partido Entero gana las elecciones.

-¿Cree que no?

-No creo nada, hombre.

-Mal asunto. ¿Ni siquiera cree un poquito en el euro?

-Sí.

-¿Y en el dólar?

-También. Y le concedo que su P.E. puede ganar. Supongamos que lo consigue y, entonces, ¿qué harán con el poder?

-Ah, ya: el programa electoral es lo que se hará con el poder. ¿Y qué le tenemos que hacer al Poder, buen políglota? Creo que hay unos que quieren llenarlo de policías y otros ponerle a fabricar estatutos. También me han dicho, pero no puedo creerlo, que un grupo quiere que los chicos no estudien.

-Hablábamos de SU programa, don Carlos.

-Tetas erguidas y ojos azules es MI programa.

-¿Y el del P.E.? -el presentador humeaba claramente.

-Es usted tozudo. Pero, ea. ¿A que nadie dice ya “ea”? Le pongo el programa del P.E. en lenguaje llano, fácil: «Al pan, pan. Y al vino, vino.»

-Pero eso es un refrán. -baló el presentador.

-¿No puede haber un refrán que haga de programa? Porque el P.E. tiene alguno más, como «en boca de mentiroso, lo cierto se hace dudoso.» El mundo, mi buen locutor, es así de raro: partes algo, lo divides en dos o más trozos y es malo, porque normalmente te lo has cargado. Pero ya le dije que eso no pasa ni con la sociedad ni con los paramecios, ni con las puntas de una estrella de mar.
-Pero la libertad consiste en que haya muchos partidos. Hombre de Dios y que cada uno proponga una solución.

-En el mejor de los casos sólo una de esas soluciones será verdadera, ¿eh? No parece que pueda haber dos verdades distintas sobre lo mismo. Pero nosotros, el Partido Entero, no decimos cuánto pesará la moneda o valdrá el minuto de teléfono. ¿Qué más nos da? Nuestro programa, que ya he expresado en parábola, o refrán, ocupa dos palabras. ¿Las digo? No son mágicas, pero hacen su efecto.

-Dígalas. -invitó el locutor, ya sin interés.

-Pues este es nuestro programa: «No mentiremos» Tiene un corolario: “Ni callaremos la verdad”, o sea, que ahora debiera ponerme a hablar de la verruga que le está saliendo en la frente. De pensar será.

-¿Eso es todo?

-No, hombre, no: Al que pillemos mintiendo lo sanaremos, o sea, lo partiremos en dos trozos: pura política clásica y pura libertad. A fin de cuentas son las mentiras las que provocan las guerras, ¿verdad? Dígame: ¿es cierto que los otros partidos siempre mienten en sus promesas electorales...? Es que puede haber quien nos vote para tomarse un desquite.

Quedan pocas verdades. Una de ellas es que el hombre importa. Otra, que las mentiras, siempre y más en elecciones, son gran trampa: nos piden que decidamos sobre lo que nos han ocultado. O sea, nos piden imposibles.

Estas historias de Florit o Florido irán apareciendo periódicamente en esta página de la Red de la Universidad de Trapisonda.

(Continuará...)