7.12.05

EL MISTERIOSO CASO DE LA PATATA BARATA.

Dependencias de los modernos archivos de Trapisonda.

NI MENTIR NI DEJAR QUE MIENTAN
Emisiones electorales de la famosa Radio La Mar. Vote después de haber reído.
Experimento sociológico sobre la negación de la realidad. Papeles de Trapisonda.
Por Borys Bärenhüter, Decano de Trapisonda.


EL MISTERIOSO CASO DE LA PATATA BARATA.

ENTRADILLA: En el forcejeo político o gana el que tiene más medios y dinero, o el que tiene más imaginación. Por suerte para el pobre, el rico partido político suele carecer de ella (se la prohíben). En beneficio del tópico multicentenario que, desde Kant, hace del pensamiento un producto. No conozco (levante la mano quien sí) a ningún marxista o liberal que sea imaginativo en otra cosa distinta de limpiar bolsillos populares. Así las cosas, los pobres –de pedir- podemos aspirar a igualar tanteo con los poderosos. Gana siempre el inteligente, y las cuentas (PNB, PNN, Presupuestos) no son inteligencia sino mecánica. Imaginar un mundo mejor, sí lo es. Aquí se presenta la segunda parte de aquel cuento sobre partir en dos el coche de un locutor, propuesto por el inefable Carlos Florit “o Florido”, creador e ideólogo del P.E., ese famoso Partido Entero. Allá va:

El locutor, en aquella ocasión, estaba entre dos fuegos: o dejaba lelo, sin palabras, a Carlos Florit (O Florido), o le aplicaban el Liberalismo y lo dejaban en la calle. «Tu desacredita. Desacredita. No olvides sus almorranas ni que pilló una media lagartijera por Nochebuena.»

-Con nosotros, gracias a la brillante iniciativa de Radio La Mar, don Carlos Florit, presidente y fundador de ese partido equívoco que a todos aturde: el P.E. Partido Entero. ¿No cree usted, don Carlos, que ha llegado todo lo lejos que podía? En estos tiempos, sólo los grandes partidos con grandes ideas tienen medios y hombres para ganar unas elecciones.

-¡Pueblo de Basutolandia! ¡Pueblo de Israel! –se arrancó Carlos Florit o Florido con su extraña dialéctica. De paso sumió en la oscuridad y en el crujir de dientes al locutor.

-Esos pueblos no son “de aquí”, don Carlos.

-¿No está ahí el pueblo de Basutolandia? Me han fallado. Claro que tampoco estuvo el pueblo americano en las entrevistas del PP y del PSOE. ¿Recuerda si prometieron hamburguesas, o sea, “burgers”?

-Don Carlos: Juegue limpio.

-Lleva razón. Y, por cierto, brilla usted como una Institución.

-No hagamos lo del otro día: no confunda a los oyentes y diga usted su mensaje electoral.

-De acuerdo. Le visualizo a usted nervioso, quizá enervado, así que arranco: demarré, embrague, primera... Cuando el año pasado, el 14 de abril, llegaron los marcianos al Prado de los Gamones, ¿Quiénes estábamos allí y les hicimos huir de dos cantazos? El Partido Entero.

-¿Qué dice? ¿Qué marcianos? ¿Qué prado? –Luego, orgulloso, el locutor sacó el triunfo:- Además, en abril no existía el Partido Entero.

-Sí en la mente de Dios. ¿No me diga que ha notado la mentira de los marcianos de prado?

-¿Y cómo no?

-Pueblo de Basutolandia. Amigos. Romanos. El P.E. os va a volver blancos y os va a quitar los taparrabos. Un traje de Armani a cada uno, doce mil euros y una cohabitación con la Pfeiffer. ¿Se encuentra mal, buen locutor? Brilla como un faro antiniebla. Cuidado, no se me muera.

-Yo no me muero y le repito que juegue limpio.

-De acuerdo: tan limpio como el PP y el PSOE, y esas cosas que andan protegiendo lombrices. ¡Ah, qué tiempos! La última vez que morí, de paperas (creo), un cadáver que andaba por allí me recetó fomentos de alcohol alcanforado con pizca de menta. Luego, al resucitar, tuve una horrorosa visión, pero era la tele en la que bailaban el vals el señor Aznar y el Señor Felípez.

-Señor Florit o Florido, ¿ha bebido usted?

-Vinos del Alba, locutor. Y del Zenit de la vida.

-Es que, siendo el presidente de un partido totalitario –siguió el locutor, que velaba por su trabajo-, comprenda que la gente le tenga miedo y sospeche que se emborracha, se droga y persigue efebos.

-¿Está “contrarializado”? Más yo. Creí que la cosa del proyecto electoral quedó clara: decir sólo la verdad y no dejar que te mientan, pero si usted me aconseja perseguir efebos, de una a dos se puede intentar.

-Mentir es un derecho humano., señor mío.

-¿Se lo ha dicho su confesor o su jefe? Seguro que usted tendrá “su verdad”.

-Claro.

-Tírela, hágame caso. Además, si mentir es un derecho humano o cuadrúmano, morir también. Pero eso no significa que haya que matar y que engañar.

-Estamos en entrevista con don Carlos Florit o Florido, presidente e ideólogo del P.E., Partido Entero. Dígame: ¿Quiere ser diputado, don Carlos?

«Ahora sí que lo he fornicado» le dijo el coleto propio al locutor.

-Grande es Dios en el Sinaí. ¿Quiso Moisés ser alcalde? ¿Y Cristo? ¿Y Cánovas? ¿Y José Antonio o Franco o Felípez? No diga memeces. El Partido Entero quiere mandar. ¿Los otros partidos no? Sí, amigo, sí: los avatares rondan.

-Pero el orden democrático...

-¿Qué orden? ¿El que se ve o el que se adivina? Mi madre cantaba una canción de los Chei, o los Cheif, que soltaban un piropo antiguo: «Entre lo que se te ve y lo que se te adivina, menudo tormento para la imaginación»

-Aquí Radio La Mar, terminando la entrevista con don Carlos Florit, o Florido, presidente del Partido Entero, de ideología Nazi.

-Pueblo de Basutolandia, corderos todos. Vine a dar mi programa económico y este peludo no me deja. El Programa Electoral es No Mentir, así se nos caigan las muelas. Pero en la sección económica proponemos bajar los precios a la mitad de los actuales. Por lo menos.

El locutor palideció. Sin duda su corazón liberal brincaba como una langosta:

-Usted quiere –jadeó-, usted quiere ¡intervenir la Libertad de Mercado!

-¿Le duele la cartera, buen hombre? Porque el PE ha nacido para curar el engaño y los precios de hoy son un engaño tamaño Extra de Luxe, talla XXX. ¿Cuánto le costó su coche?

-Dos millones de pesetas.

-Pues pudo tenerlo por uno bajo la tiranía -¿es tiranía o racismo?- del P.E. ¡Ah, pobre y querido pueblo de Basutolandia, explotado con tanta alegría! Considerad la patata. Se corta en trozos que tengan un ojo y se siembra. Se la riega o no, según. Se pasan unos meses matando orugas y escarabajos, sin olvidar las limazas. Se pasa el sacapatatas mecánico y ya la tenemos. Para el fabricante de patatas un kilo puede salir por cinco o seis céntimos de euro. Podría venderlo ganando el cien por cien o el 200% entre los aplausos de los que rondan mercados.

-Pero la patata, don Carlos, no es un programa económico.

-Claro que lo es. Pensad en lo que le hacen a la inocente patata: o la compran a un precio bajo o la dejan en manos del campesino, a pudrirse. Luego, el transporte, el mayorista, el almacenamiento, las mallas con la etiqueta de marca, la publicidad, los viajantes de patatas, el departamento de clientes, el nuevo viaje a los puntos de venta, y el beneficio de quien vende la patada al pueblo Basuto. Así sale la patata, cuyo coste son pocos céntimos, a euro el kilo, o más.

-La gente sigue sin saber qué programa económico sale de las desventuras de la patata.

-Muy sencillo: la intermediación en general. Un tal Schiacca ya decía, hace años, que es mejor controlar el mercado que tener una fábrica. O sea que todo sería más barato sin intermediarios, que no producen nada. Y, como las ventas actuales son una mentira, el P.E. acabará con ellos.

-¿Por fusilamiento?

-No. Eso se guarda para periodistas mentirosos, que son peores que el gorgojo. Simplemente el Ayuntamiento, y luego el Estado, creará –en competencia legal- líneas de distribución gratuitas, como es casi gratuita la enseñanza. Ya tiene usted los productos a mitad de precio o menos. Una vida más desahogada para todos.

-¡Pero eso es fascismo!

-¿Pagar menos por la patata es fascismo? Quizá fuera fascismo si le hiciera tragar un kilo de patatas crudas pero, eso sí, gratuitas. Y piense luego en la Banca, que es la que causa la inflación y se aprovecha de ella. O sea, argentinismo moderno. Piense en la cultura, que siempre es antifascista: ¿No le da vergüenza que un libro cueste tres mil cuando se fabrica por trescientas? ¿No da pena que las distribuidoras se queden con el 60% del precio del libro en el mercado?

-¡Dios mío! –exclamó el locutor, que se sabía despedido ya.

-A Ese también le intermedian.