14.12.05

EL CASO DE LA MOSCA FASCISTA.



EL CASO DE LA MOSCA FASCISTA

El locutor, en defensa de su trabajo, llevaba una lista de preguntas para desconcertar. ¿Por qué no estudió en un seminario? O sea, todo negativo. ¿Por qué no se llama José, como todos los españoles? ¿Por qué no ha llegado a medir dos metros?

Se encendió el aviso y el locutor se puso en marcha: sin chirridos. Bien engrasado:

-Aquí radio La Mar, con su iniciativa "tome la voz y la palabra", para que los electores conozcan a los candidatos. Tenemos con nosotros...

-Déjelo, hombre. Hoy tengo un capricho-dijo Carlos Florit o Florido-. Tenemos con nosotros a don Carlos Florit, o Florido. Creador y presidente del partido entero, o P.E., de ultraderecha mayestática con aspecto de escrófula y vocación de barroco conceptista y, entre nosotros quede, el Partido Entero suena a despropósito como «el muerto vivo o la razón de Zapatero.» Contradicción y contraindicación entre los términos ¡Ay del partido que aspira a unir rompiendo su larga tradición de herramienta de la división! Ya comprenderán que así sólo se es de la ultraderecha, ya nazis, ya fascistas. Apueste el bigote y demás libertades a que en las crónicas resulta que tenemos de todos los que perdieron la guerra mundial ante Pepe Stalin. Es posible que ese Carlos Florit o Florido sea maricón. O Balinés.

-¡Don Carlos!-regañó locutor-está aquí para explicar a los votantes su programa. No se le pide que me parodie.

-Mi programa, sí. ¿Hablo del antivirus Norton? Muy bueno. ¿Y de Windows? Inestable

-Su programa político, Florit, por Dios.

-O Florido, no lo olvide. Verá: ayer por la tarde volvía del salón de plenos, de echar cacahuetes a los concejales, y repetí para mí coleto, sea lo que sea "coleto". Tú -me dije-: los programas electorales se dicen para no cumplirlos y, al llegar las siguientes elecciones, jurar que sí lo han hecho todo. ¿Podemos tener nosotros un programa como los liberales o una "mala follá", como los marxistas?

-Es que nadie se ha creído ese programa que dijo. El del refrán.

-Pues es lo más programático que llevamos en el bolsillo. No mentir ni dejar que nadie mienta. El énfasis, locutor, en "ni dejar".

-No vale. Pero, suponiendo que eso se aceptara, el Partido Entero tendría que explicar cómo lo conseguirán. ¿Devaluará unilateralmente el euro? ¿Pondrá la prostitución gratis, aprovechando el género disponible? ¿Hará desfiles con sus militantes uniformados? ¿Prohibirá la libertad?

Florit no lo dudó. Echar cacahuetes al personal lo había dejado en estado "poematoso", o sea, con el alma por fuera:

-Prohibiremos la libertad.

El locutor había vencido al fin. Un candidato no puede confesar a los micrófonos que, si le votan, prohibirá la libertad. La gente se lo toma mal.

-Usted lo ha dicho, D. Carlos: el Partido Entero quiere prohibir la libertad.

-Sí. Prohibir esta libertad porque es una libertad falsa y las libertades falsas sólo son una cosa: mentiras. Para este siglo el único plan es la maldad, " chavea".

-¿Y qué libertades quiere quitar al pueblo, Don Carlos, jerarca del Partido Entero?
-Todas. Si son libertades no son libertad. En este tiempo la libertad completa y material es del dinero. Las otras no son reales. Y el dinero sólo es del banco. Si tiene mil millones de euros, usted será libre, diga lo que diga la ley.

-No sea cínico, que usted sigue el camino fascista o de Hitler, Mussolini, Franco...

-¿Y de Alí Babá?

-¿Por qué no?

-Por lo Barrionuevo, por ejemplo. ¿Cree que a usted le indultarían cada semana? ¿Cree que la ley le trataría igual?

-Una golondrina no hace verano.

- Pero un indulto sí. ¿Cree que, aunque lo exija la constitución como derecho, a usted le dan únicamente información veraz?

-A veces las constituciones tienen derechos que son más declaración de intenciones.

-Claro: todos tienen derecho a trabajar, pero hay dos millones a los que no se les reconoce. Todos tienen derecho a una vivienda digna, y por ahí andan en las chabolas y hasta en las cuevas. Mire cómo no hay un derecho a la paz

-Esto es demagogia. Señores, aquí Radio La Mar, terminando la entrevista con don Carlos Florit.

-O Florido.

-O Florido, que nos ha explicado que su programa electoral de no mentir ni permitir que se mienta se basa en prohibir las libertades

-¿Lo oyen? Ya le han dicho por el micro de oreja que me corte: esta es otra de las libertades: no hay censura del estado, pero existe: sólo la han privatizado y ahora es patrimonio de las empresas, o sea, del dinero

-Pues siga, hombre, pero es innecesario. Nadie olvidará la barbaridad que ha dicho.

-Eso espero: que no lo olviden. Que recuerden que tenemos la libertad de vivir donde queramos, o de fundar un colegio. Y, hasta la libertad religiosa que, por aquí, suele consistir en perseguir curas. No nos pueden abrir la correspondencia, pero se hace. No pueden usar nuestros datos personales, pero los usan. Esas libertades tienen, todas, una coletilla que no se escribió. ¿Cuál es? La elemental: «puedes... Si tienes el dinero para pagarlo.» Por eso son falsas libertades: sólo un mercado de favores.

-¿Qué dice usted?

-¿Lo repito?

-¡No!

-Bueno. Pero le insisto en que no hay libertad para que cualquiera establezca una radio o una mi emisora de televisión: hay que pedir muchos permisos y pagar mucho dinero. Opinar en público está reservado a los ricachones.

-Eso se regula para que las bandas de emisión no se solapen.

-Ya, ya. Pero esa libertad de “solapar” no la tenemos. ¿Podemos pagar en pesetas? No, pero sí en dólares. Oiga, locutor, ¿puedo decir lo que es la libertad en una sociedad? Lo dijeron los romanos pero ahora parece revolucionario.

-¿Es progresista?

-Dios me ampare: sólo es verdad. "Libertad es el derecho de cada ciudadano a saber cuanto le incumbe".

-Bueno, ¿y qué?

-Pues que nadie sabe todo lo que le incumbe. Ni siquiera sabe, de modo cierto, cuál es el mejor coche. Si saber una cosa es poseerla y si no nos dejan saber tanto, nos están desposeyendo.

-Qué idea más peregrina.

-Pues esta de la libertad es más bonita. De Jesucristo, que aún queda gente que sabe quién fue. “Tener pocas necesidades”. Si no deseas nada, eres libre y casi santo.

-No metamos al santoral, don Carlos.

-Pero a menos necesidades, más libertad, y ya ve: hay miles de empresas dedicadas a inventar nuevas necesidades y contagiárnoslas. Lea los catálogos de la tienda en casa. ¿No tiene necesidad de cortarse los pelitos de la nariz que, por cierto, se llaman "vibrisas"?

-Si tengo necesidades no soy libre... ¡Hombre! En una sociedad siempre se tienen.

-¿Cree que los romanos o los egipcios sentían la necesidad de un ordenador? ¿Carlomagno necesitaba la bombilla, o César la máquina de escribir? ¿Necesitamos lo que desconocemos?

-Puesto así...

-Pues si el capitalismo (de izquierda o derecha) nos ha llenado de necesidades, significa que nos ha quitado libertad. Con dinero, en cambio, tengo derecho a todo. Pero para pagar, he de trabajar más o estafar más. El mundo del "sí, quiero”.

-Su tiempo, don Carlos.

-Sí: otra necesidad muy buena: hacer más en menos tiempo, y de ahí las aspiradoras y las promesas electorales. Y el coche. Quiero un baño de burbujas, un masajeador de pies, un chisme que suelda bolsas de plástico. Todo eso es innecesario: lo ha sido durante milenios y el hombre, que no era feliz en la caverna, tampoco lo es ahora.

-Queridos radioyentes: hasta aquí nuestra charla con el jefe del Partido Entero, de ultraderecha.

-Ya me echan, pero recuerden: las libertades que tienen son falsas y nosotros no dejaremos mentir ni esclavizar por las ventas ¿Por qué me haces esto, dijo la araña a la mosca que no se dejaba picar? ¿No serás una mosca fascista?